
Cascabeles de fiesta
se encienden al presentir tu mirada...
pero la rutina se instala en mi hueso
¡Debe instalarse!
Sino luego el dolor es insufrible,
constante; me pinza las vertebras
y atormenta al nervio.
Da lo mismo en que idioma hablemos...
sólo el tiempo, la distancia
y un masaje recolocan el sendero sacro,
evidenciando el alma perenne de una mirada,
aniquilando el verbo amar
-colgado de un cascabel
que, por su naturaleza, sólo suena al moverse-.
Masaje verbal para un hueso
dislocado ya, con el paso del tiempo;
masaje carnal al fin al cabo... sin besos...
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Gracias, me da la vida saber que hay magia...o algo más real, da igual! Nos une..